Por: Por la calle de Alcalá.
Esto no le impidió defender la dignidad de este género literario y reconocer las dificultades que entrañaba. En la mayor parte de estos artículos, Darío se muestra como un cronista de asuntos literarios, artísticos y de actualidad o nos ilustra acerca de múltiples viajes por Europa y África.
Tampoco faltan los de carácter social y político, a pesar de su empeño en negar trascendencia didáctica y valor ilustrativo a lo que escribía. Esta parcela de su producción, insustituible para conocer cabalmente, se ha visto oscurecida por su obra poética. Ya Pedro Salinas advirtió: “Honradamente, de buena fe, cumplió su papel periodístico Rubén Darío. Tenía en su personalidad una veta de periodista. Pero ese algo, el algo de sus crónicas, ¿qué era comparado con el soberbio mucho de su condición de gran poeta? Con sólo ojear sus llamadas Obras completas se advierte a primera vista cuánto desmerece -con tener en Azul, en Los raros y dispersos en varios libros, páginas excelentes- su prosa, al lado de su espléndida poesía”.
Las crónicas recogidas en este volumen reproducen el tomo XIV de las Obras completas que, entre 1917 y 1919, publicó la editorial Mundo Latino, que supuso el primer intento serio de recopilar y ordenar tan vasta producción, y constituyen una notable antología de la prosa de Rubén Darío.
En la que abre la serie, “Bajo las luces del sol naciente”, de corte netamente modernista, Darío contrasta, con ironía y sarcasmo, el mundo brillante, refinado, idílico y de sacrificios ejemplares del Japón antiguo, en el que “eran desconocidas, o raras, la doblez, la inquina, la traición”, con el de ambiciones imperialistas que, bajo la influencia occidental, se ha ido imponiendo (“se armaron, fueron excelentes discípulos de los carniceros de los países cristianos, destruyeron toda la poesía posible”).
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