Por: Juan Alberto Henríquez. Periodista.
Al menos una veintena de funcionarios públicos en los últimos treinta años han expresado su interés en divulgar todas las obras de Rubén Darío. Pero eso se ha quedado en meras intenciones y se confirma aquello que dice : “empedrado está el camino al infierno”.
Un grupo de intelectuales hace ocho años propuso la edición de todas las obras del poeta nacido en Nicaragua para el mundo. En ese entonces, yo era delegado por la Unión de Periodistas de Nicaragua. Se reiteraba que las obras completas estarían en manos de los nicaragüenses en un año.
El veleidoso director del Instituto Nicaragüense de Cultura editó un pésimo poemario de su antigua suegra y se olvidó de Darío.
Hoy parece que va en serio, por otras iniciativas ciudadanas con gran respeto al poeta, la divulgación de toda la obra completa por una iniciativa del doctor Melvin Wallace Simpson, director de La Casa del Libro, quien bajo el Programa Para que Leamos, comienza el 6 de febrero con la venta de libros de Rubén Darío a cincuenta córdobas y la colección completa a menos de quinientos córdobas, para estudiantes de secundaria, universitarios de bajos recursos, maestros, jubilados y todo el que quiera mejorar su conocimiento sobre el panida.
Esta odisea de contribuir para que lleguen estos libros a los jóvenes, en este año del centenario de la muerte del poeta, debería ser asumida por los intelectuales nicaragüenses. Especialmente por los de alto prestigio, peso en la cultura nicaragüense y con recursos económicos. Como diría un joven de mi época: “Peligro, alto voltaje intelectual”, esa puede ser una máxima para divulgar a Darío. Es una deuda siempre pendiente de los nicaragüenses.
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